“Alguien en algún lugar te espera,
sentado en su butaca come palomitas
y bebe rubia cerveza en lata.
Se ducha cada mañana con agua caliente
cuando aún está por despertar
y los sueños soñados se olvidan.
Quiere limpiar tu voz de su piel
cuando todo lo queda tras el jabón
eres tú.
Alguien piensa en ti
sin que sepas que cada hora de su jornada
está deseando salir para tener la libertad
de decirle tu nombre a las rejas
adornadas de flores de la fábrica.
Alguien sabe que no importa que su paseo
hacia su casa lo hace perdido en la desesperanza
de no tenerte;
y aún así alguien piensa en ti
sin que sepas una sola palabra.
Al atardecer abre el frigorífico
y prepara algo de cenar.
Ve programas de risa
esperando que aparezcas por alguna parte.
Una llamada, se dice,
una carta, se dice.
Alguien ve como anochece
en la ciudad de los guijarros sobre el aire,
se pone una copa,
y luego otra
quizá quiera emborracharse para atreverse
a salir de la oscuridad.
A veces se asoma a la ventana a ver como llegas a casa
aún cuando ni siquiera vives en su barrio.
Eso no le importa,
le gusta la idea de esperarte mientras desespera
sin que sepas una sola palabra
de todos los vasos que se van rompiendo,
las noches que despierta en medio de la madrugada
sudando tus manos que no le tocan,
y la recóndita esperanza
de olvidarte un día de estos
sin que sepas
que alguien ya no piensa en ti”.
Qué claras maravillas
fuimos, desnudos, rebeldes, amantes
siempre, apenas prójimos
y sin embargo me hablas, me piensas,
me susurras, me besas, me desnudas,
y aun así te amo.
Ambos conocimos
el lento devenir que cambia todo,
la corta raíz del beso hallado,
los inquietos placeres
arbitrarios que van, uno tras otro,
ciegos y desesperados, en busca
de la caricia dormida ayer noche.
Pero en el tránsito nos perdimos,
soñábamos, tal vez
abrazados y solos como cuando
necesito pensar en ti y callo.
La tentación del silencio fingido
y esa mirada perdida allá donde
no estuve ni llegaré de tu mano.
Es la señal, lo sé. Qué lejos somos,
aunque me rozan tus largos cabellos.
Incapaz de otra derrota, mañana
me enamorarás de nuevo. Relájate.
todo es igual y diferente. Nada
quedará. Es nuestra verdad oculta.
INVIERNO V.
“Cómo brilla la noche
En medio de la tempestad
Que ha abierto grietas
En los toldos de las azoteas.
Cómo grita el viento
Que golpea los ladrillos
Con graffitis invisibles
Que hablan de amor gastado.
Se dibujan besos muertos,
Se desdibujan ropas gastadas,
Esperas que ya no existen,
Desnudez gélida y ya lejana.
Eres igual que un mar invisible
Que arremete contra rocas milenarias.
A la luz de una vela
Te escribo, te pienso, recuerdos,
Toda mi alma te llama, reclamándote,
Sabiendo que ya no escuchas
Sabiendo que ya no estás.
Eres igual que noches brillantes
Que me sonríen un noviembre pasado.
Ojalá hubiera sabido
Detener el grito que agita
Esta noche de nubes voraces
Que pasan y desaparecen.
Ojalá hubiese podido ser mar
Agua que se levanta titánica
Que arrasa contra rocas milenarias
En vez de hacerlo contra ti.
Que noche tan inmensa,
Se mueve la hierba del parque.
Escribo esta noche de invierno
Todo el amor que ya no confieso.
El dolor alumbra con velas la ciudad,
Frontera desde mi ventana,
Luces parpadeantes, memorias y lágrimas,
Lluvia agitada que golpea invisible
Mi alma confusa que aún te añora”.
Derechos reservados de autor ©
Estos audios también están en LA RADIOTECA.
3 comentarios:
Hay magia en tu podcast!
Me ha gustado especialmente esta entrada!!
Buena semana!
Bellos poemas, gracias por compartirlos, la lluvia acaricio mi rostro, me baño con dulzura esperanza, tu voz que se esconde en el silencio para escucharla tan íntimamente en la soledad, que ya no existe...
Preciosos gracias un abrazo fraterno
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