viernes, 24 de abril de 2009

Poemas de Franz Ortiz Castañeda.

FIESTA DE SOMBRAS.

Ya no eres ni la sombra

somos la sombra con sus cuerdas

caja de resonancia

y su manera de cantar.


No eres el que yo conocí

somos una especie de árboles

sembrados en este polvorín

con piedras en las patas como fuentes.


Y entonces

ilustrando lejuras

pendiente del silencio y sus maneras

provocando placeres simples desde las sombras.


Qué hay de nuevo

las vueltas de la calle

la fiesta y la quejumbre

amordazadas en la soledad de la espera.


Y esa tristeza

pensar la sed es esperar por alguien

sufrir con esos pájaros

le da forma a la revelación.


Fiesta

el agua nos ignora

todos hablamos para el mundo.


En silencio

la grieta poderosa

nada viola su gozo.


Otro tiempo de olor

resucitando espejos

bajo las estaciones de tu aliento.


Cedo los astros

confiado en este árbol como centro del mundo

busca los signos en el presentir de tu cuerpo.


Digo que te siento

cada parte es un rostro

las alas crujen el tiempo.


Juegan el día y la noche

amenazan las aguas

los techos huyen hacia las piedras solas.


La geografía en tus pies

quebrados los raudales

pensar que llegas y no llegas.


La voz el viento el puerto

apuestas a la vida

única casa y forma.


Siempre parte el río

marítima actitud de caracol

el río en nosotros siempre el río.


(Del libro: Proverbios para encender un verso)

Franz Ortiz Castañeda © Derechos Reservados.

lunes, 13 de abril de 2009

Poemas de Rosol Botello.

La poesía de Rosol Botello, (Quíbor, Venezuela, 1953) es una poesía impresionante por su impecabilidad enunciativa… El universalismo decidido e inocultable que respiran sus poemas se constituyen en aspectos sustantivos de su lenguaje poético… Es sencillo, no simple, el procedimiento operado en el poema: el Absoluto está en la esencia misma de lo cotidiano. (Rafael Rattia)

Sueño.

Sentí una poderosa atracción

un gran amor intenso

una completa entrega de sentimientos

y de cuerpo

una pasión lenta

constante

completa

Yo iba

sin remedio

envuelta en la maravilla

de una fuerza extraordinaria que me empujaba

hacia ese ser

Yo estaba ahí

en una imagen congelada

de dos personas mudas

que se miran de frente

Me desperté asombrada

nunca había amado así como en sueño.

Estamos llenos de palabras.

Estamos llenos de palabras


Somos diestros y locuaces


Me ladras cuando llego


Y veo amor


No es que fallemos en el buen decir


En eso somos reyes


Amamos las palabras


Asomo mi verdad por tus orejas


Y te quedas mudo


Tengo una paciencia china


Seguiremos construyendo


Un mundo de palabras


Donde ellas salten


Se revuelquen


Sean libres


Y nosotros contemplemos


Fascinados.

Mi soledad.

Después de tener la casa llena

me percaté de la soledad

corrí a borrar las huellas dolorosas

el polvo de los zapatos

las tazas usadas

pasantes

no podemos tener nada.

Después de hablarle

Después de hablarle

me queda una sensación de vaguedad

A veces queda huella

alguien lo vio

le habló

o dijo algo que desencadenó

otra cosa

y se hace real

Esta vez la piel de su cara

estaba amarilla

y él tenso

luego se volvió rosado

Siempre termino mirando sus dientes

Con él

la realidad parece sueño.

El lobo que yo soy.

Hace tiempo que no veía al lobo
Que tengo adentro

Mi lobo está marcando su territorio
Hay un mensaje cuando paso
Los otros se quedan sobrecogidos
Muertos

Sólo los más perturbados
No se dan cuenta
En su desvarío
Los ignoro.

(Del libro: Oráculo de lobo, Rosol Botello.)


miércoles, 1 de abril de 2009

ANA MARÍA JUANA ROJAS - Poemas.

Cali, Colombia 1964.

4

Un tulipán rojo. Un florero azul.

Alicia sobre una gigante

flor de cera y metal.

Un cactus.

Una flor de cristal.

La ventana abierta, un móvil

y la brisa que llega hasta aquí.

5

Me pierdo...

como si la noche

esperara mi llegada

para devorarme.

Nos hemos consumido

entre sudores.

Nos hemos vestido

de caricias.

Tu piel ha besado

mis ojos.

Tus manos han besado

mis labios.

Y sin embargo,

amor,

me pierdo,

como si las sábanas

construyeran laberintos.

6

La ciudad cambió

mi nombre

y devoró mis labios.

Tengo miedo.

Ni yo misma

me reconozco.

Tal vez,

entre tarde y tarde,

haya muerto

y esta mancha roja

solo sea mi última

gota de sangre.

7

Y pasó la noche.

El aroma de la tierra

húmeda se asomó

en mis manos.

Después, me acarició

el viento.

Caminé sola.

Una mariposa

en la tarde

recordó al girasol

en las laderas.

Aquí estoy.

Limpia de besos

aquí estoy,

sin manchas, sin huellas

con las manos perdidas

en la lluvia.

Ana María Juana Rojas © Derechos Reservados.