Un espacio para el encuentro con las nuevas voces de la literatura.
Un adentrarnos en ese mundo de versos que vuelan, cantan, gimen y susurran sentimientos sin fronteras.
“Si pudiéramos definir la poesía de León, debiéramos simplemente concluir que habita en ella un telescopio. Un telescopio con los cristales al revés, de modo que cuando se mira la profundidad del universo, asimismo se descubre la hondura del ojo.
Esta simple, pero singular (significativa) anomalía óptica, hace de León un poeta claro, honesto,en su preclaro intento de conquistar el silencio.
La poesía de León, lejos de todo artilugio intelectual y artificio técnico,se aproxima más bien a la transparencia de la vertiente que corre subterránea y brota sencillamentedonde a su claridad le place. No digo, no digo, que su poesía carezca de la complejidad lingüística prudente, necesaria en el oficio de la creación literaria. Hablo dela transparencia inherente a lo natural, lo sencillo (que nunca es fácil), de la desnudez al nacer, de la desnudez al amar. León sabe que la poesía, la de verdad, no tolera las máscaras. Las máscaras son para los poetas que no saben escribir con el corazón…
En estas voces del relámpago, el dolor, el amor, el erotismo, el ser, si bien sombras, si bien luces, se nos aparecen y nos hablan con el lenguaje contundente de la simpleza del hombre que aún se da el tiempo para leer el otro poema, el que escriben el mar, la tierra, los cuerpos que son el cuerpo de los amantes y entre el mar, la tierra y el cuerpo de los amantes, León es el puente por donde vamos nosotros a su encuentro…”Quique Silva. Poeta Chileno. Coronel, Región del Bío Bío, Chile.
XII
Solo un hombre puede sembrar una palabra,
una semilla de lumbre,
que detenga o cambie el curso del tiempo.
Todo parte de una página en blanco,
se hacen elevar olas, se tiñe el silencio.
Desde la nube baja un dardo luminoso,
dobla las costillas de la tierra
que tiene dolor de parto, de poeta.
Un hombre sólo,
puede ver que las estrellas son coágulos
sujetos a la costura fugaz de la máquina celeste.
XV
Entre la cara y el espejo
cuántos abismos de eternidad.
Cuánto miedo con ritmo se dibuja
en el lago vertical adormecido.
La violencia azul atraviesa la ventana,
duplicada se imprime en las paredes.
Entre la cara y el espejo se conoce el silencio,
sellado con cascada luminosa del relámpago.
XVIII
Tengo días donde no me encuentro,
me le escondo a los espejos, a los ojos,
días donde me pierdo de mí.
Intento ser discreto,
no provocar la idea de un secuestro,
simplemente hay días en los que soy
una página en blanco.
Hay días así,
donde no puedo llegar al ocaso
sin que un relámpago me alcance.
XXI
Siento la vida como unlargo exilio interior,
un lugar entre las costillas y la ausencia,
algunas veces me doy tiempo de escuchar
el murmullo del viento.
Procuro alejarme de los libros,
de las prisiones al aire libre de los hombres,
en mi jaula de mineral blanco me alejo de los fantasmas.
Me gusta estar fuera de la vista de la fábrica,
de los automóviles que no tienen destino propio,
lejos de las sonrisas ensayadas.
Siento la vida como unlargo exilio interior,
un lugar entre las costillas y tu ausencia,
busco entre las palabras un impulso para renacer,
sin que mi rugido deje de dar luz a las estrellas.
Larissa Orellana. Nació el 15 de marzo 1985 en San Salvador, El Salvador.
Ha publicado dos libros de poesía:
Fantasía azul y Manifiestos para la Tierra.
«Escribo porque soy sentimiento sin razones que ensucien mis alas, porque nada me parece pequeño y tengo que gritar cuando el océano busca a sus hijos picados por un anzuelo.
Escribo porque no puedo callar mi silencio.
José Mauro de Vasconcelos no está en ningún lugar y quiero abrazar su corazón de vidrio.
El mundo es un combate y sé cuál es mi bandera. Mi poesía siembra palabras en macetas buscando la inmortalidad del Quijote.»
La hija del silencio.
Sus palabras no llegan
a pronunciarse,
son una herida invisible
que se derrama por el agujero
de una bolsa de sueños.
La hija del silencio
es un grito de pájaros
debajo del mundo,
un abrazo borrado
por avalanchas de nieve
que no reflejan frialdad.
Ella tiene la voz del agua
cuando duerme
aunque su corazón
sea una flor de fuego
eternamente callada.
CORAZÓN DE AGUA.
Yo soy la mujer que busca
sus llaves para salir de la injusticia
porque más vale un corazón de agua
y no de cristales molidos.
Así, cuando calle,
mi silencio será transparente.
Y seguiré siendo mar
que llore a veces
cuando se vacíe en mí
el petróleo de la inclemencia.
Pero si me fabrico sueños alcanzables
-sólo entonces- volverán a crecer
flores en la arena
y otra vez haré el amor -con la vida-
mientras mis sombras
se hunden en la luz de los años.
La lluvia del bosque.
I
Mi sombra se pone
a masticar el sueño
donde cayeron explosivos
y me habla de camiones
llevándose criaturas
al matadero.
II
Toco un árbol que se cae
porque no tiene raíces.
Sólo encuentro murciélagos,
hojas muertas
y el viento rojo.
III
Me voy a abrir nubes
con una tenaza invisible
para que llueva un poco.
IV
Le digo a mi sombra
que existe una manera
de rescatar el bosque.
En mi corazón
están las semillas.
Primavera blanca.
I
Murieron
los escarabajos de hielo
que hundían alfileres
en nuestras manos.
II
Antes de irse
Violencia trapeó la sangre
de sus flores aplastadas
y se blanqueó la cara con dos kilos
de harina.
III
Primavera regresa
con nieve en el alma,
una crisálida invisible
y árboles callados.
IV
Llovemos ojos tristes
pero la herida es esa brújula
que nos regresará al bosque
de nuestros sueños.