martes, 30 de junio de 2009

Poemas de Jesús Enrique León.

Jesús Enrique León – Venezuela.


Poeta, dramaturgo y ensayista, venezolano, ha publicado: El ángel de la poesía (1995); Códigos (1997); La cuarta irreverencia (1998); Cantos para la última noche (2000 y 2005); Reconciliándome con el diablo (2001); Detrás del sol (2002) y Caminos de ira (2006); con este último obtuvo uno de los premios del I Certamen Mayor de las Artes y Letras de Venezuela.

Jesús Enrique León se desempeña como Coordinador de los Centros de Creación Literaria de Carora con sede en la Casa Chío de la UCLA, estado Lara, es Sumo Sacerdote de la República de Guarimure. En el área investigativa ha diseñado y aplicado el método de “Contracción y Expansión Creadora”, para la actuación teatral y la “Teoría de la Abstracción de la Palabra Poética” y el método para su aplicación.

Ha recibido innumerables reconocimientos y distinciones y su obra ha sido objeto de estudio por parte de investigadores y tesistas. Dentro de su obra inédita figuran Teoría de la Abstracción de la Palabra Poética; La abeja en el muro y Poemas msj para Úrsula.

POEMAS.

VIII

Ha cesado la lluvia

un perro solitario

cruza los escombros.

El río se adueño de tantas

memorias

brotan los vivos con su muerte

a cuestas

se ahoga la palabra en su naufragio

se ahogan los dogmas

en un mar sin lecho

y más allá de la ola

los residuos de lo que fue

llegan llenos de espanto

caballitos de palo

flotan en la inmensidad.

***********

En el muro de la abeja

Marcando el silencio

jinetes de espinas, los dos

recorren estelas de la ausencia

el tiempo y la abeja, los dos

como una melodía zumbando

la piedra de los prisioneros

mirando la abeja

una vuelta a mis ojos

una vuelta la abeja

en mis ojos ciegos

la abeja se da una vuelta de tristeza.

LA ABEJA.

Me canso de los dioses

y sus vanidades

talvez porque quiero ser vanidoso también

Me canso de romper

dogmas y espíritus

me canso, me canso de tanto

que he decidido

vender mis memorias.

(Del libro La abeja en el muro)

jueves, 18 de junio de 2009

Poemas de Juan Alberto Rivero Gallego.


Nacido en Belalcázar, Caldas, Colombia, en 1964. Actual editor general de El Diario del Otún de Pereira y director del suplemento literario Las Artes. Obra poética publicada: Conversaciones con la soledad, Territorio de mi voz, Instantes en la urbe. Otros: Hitos del Siglo XX en Risaralda (Historia). En remojo: Crónicas de la ciudad. Finalista en dos ocasiones del premio de periodismo “San Gabriel Arcángel” de la Diócesis de Pereira. Mención de honor IV concurso literario bonaventuriano de poesía y cuento. Participante en varios encuentros literarios de orden nacional e internacional. Publicaciones en diferentes revistas literarias del país.

Ardí con tu recuerdo.

He estallado en pedazos por toda la ciudad para buscarte.

Muros

Esquinas

Calles

Árboles

Avenidas

Parques

Tejados

y ventanas

Nada ha quedado al azar, pero no te hallo en esta búsqueda; los pedazos no quieren regresar a esta piel, no me armo, la soledad clama que la búsqueda no sea infructuosa, que te halle aunque me pierda todo.


Un cuarto lánguido de alfombra vieja. Dos camas para un cuerpo solitario. Una mesa de noche que me habla desde la infinita soledad de su encierro. Tres espejos me observan desde costados que no me conocía. Mi maleta de sueños apagada y el frío enmarañado tejiendo su rutina en mi ser. Un cuarto lánguido de alfombra vieja aterrado por la fuerza de tu recuerdo porque no estabas... y estabas. Así que para soportar esa noche de acero te guardé bajo mis ojos. La oscuridad que a esa hora llegaba a visitarme guardó silencio para una lágrima de hombre que calcinaba mi cicatriz de soledad. Ardí con tu recuerdo...


Voy a amarte esta noche, toda, en cada uno de sus pliegues oscuros, en sus sombras, en sus sonidos guturales, en cada sueño del mundo, en cada playa donde duerme el mar, en los ojos cerrados que iluminan fantasías, en los latidos del corazón que te habita, en la hojas que hablan con la noche, en los recuerdos que pacen en tus labios, en los pasos que a esta hora te recorren imaginaria en la urbe, en tu ropa que guarda el aroma de tu piel. Voy a amarte esta noche, toda, hasta que desaparezca en tus gemidos, en tus besos, en tus manos, hasta que hagas de mi un fantasma, un acorde, barro, canción, risa y destino.


Esta noche de estaño y amatista no halla el candil que reposa tu fuego para derretir el frío de tu ausencia. Parece que el aceite que lo alimenta salió a buscarte en la urbe helada y se perdió él mismo. Parece que la llama no encendió de tristeza. Parece que perdió su asa que lo ataba a estas manos. Parece que crujió su débil elemento de aluminio en su lucha contra la oscura presencia de tu lejanía. Esta noche de hierro frío te lleva a cuestas mientras la soledad sueña con el candil de tu presencia.


Se la llevó el domingo a las seis como si nada dejando esta urbe que me crece adentro solitaria y carcomida en su brevedad de apenas horas, y me desarma el alma la certeza de su lejano cuerpo en infinito. ¿Cómo ir por estas calles transeúnte deshojado y silente? Se la llevó como si nada, como si no perteneciera a nadie, a la fuerza arrancada de esta sangre. Queda la ciudad sin su sonrisa.

Derechos reservados © Juan Alberto Rivero Gallego.

Cortesía Del Libro

(IV CONCURSO BONAVENTURIANO DE CUENTO Y POESÍA / 2008)

jueves, 4 de junio de 2009

Poemas de Geovannys Manso Sedán. Cuba.

Geovannys Manso Sedán. Cuba.

Nació en Santa Clara, Cuba, 1974. Escritor. En 1999 funda, junto a varios narradores del país, el Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”. Ha publicado La soledad y otras mentiras (cuento, Ediciones Sed de Belleza, 2001); Las palabras ausentes (narrativa para niños, Editorial Capiro, 2006); Cifras de la muerte (poesía, Ediciones Ávila, 2006); Insomnios de la palabra (ensayo, Casa Editora. 2007); La isla inmersa (novela, Editorial Capiro, 2007); Violante (narrativa para niños, Ediciones Sed de Belleza, 2007). En novela ha obtenido los premios nacionales: Ciudad del Ché (2001); Fundación de la ciudad de Santa Clara (2006). En poesía ha sido distinguido con los premios Regino Pedroso y Raúl Doblado (2005); y el Premio de Narrativa Joven Reina del Mar Editores. 2007. Es miembro de la Asociación de Jóvenes Escritores y Artistas de Cuba. Textos suyos han aparecido en las revistas literarias cubanas Umbral, Videncia, Matanzas, El Mar y la Montaña, La Gaceta de Cuba, La letra del escriba, El Caimán Barbudo, Ariel, entre otras de Argentina, México, Nicaragua y España.


Cuarta memoria.


Ayer, frente a las ruinas, pude no haber sido quien oficia estas palabras. Fue torpe mi silencio y torpes también mis manos que no asimilaron la herrumbre. El temblor callado del metal urdía sus memorias, y escuché —entre susurros— ciertas y no menos provocativas confesiones. Ayer pude volverme. Decir: «todo me es ajeno y distante; todo, salvo la quietud del perro que olfatea su comida.» Créanme que ayer yo era un hombre triste ante las ruinas, un hombre que apenas le bastaba su falsa sapiencia de las pobres cosas, corrupto muy dentro de sí mismo; ambiguo por antonomasia.

¿Qué tiene la torpeza que nos ata?

¿Qué ostentación la del hombre si atesora ruinas?

Ayer pude zozobrar; erguir una vela sobre la torre límpida, pero mis manos se aferraban al metal, yerto de ternuras, aborrecible su quietud en la concavidad de nuestros ojos.

A mis espaldas la tempestad auguraba un tiempo en que todo fue preciso; y menos fiel la llovizna en cada hogar.

Ayer, frente a las ruinas, pude no haber sido quien oficia estas palabras, cuando

el temblor callado del metal, diluía sus memorias...



Sonetos donde la preclara luz conversa con su sombra.


¿Quién me observa aquí? ¿Quién, jamás, en algún sitio,

leerá estas palabras escritas?

James Joyce

Y sin embargo duele esta neblina

de redes, cual apócrifas verdades

yo me pierdo entre finas oquedades

que el hoy nos dicta y que mi voz declina.

...y sin embargo, el humo nos obsede

nos sumerge, nos cubre, nos desplaza

sin bridas, sin tiempo, sin coraza

más allá del mañana que nos quede.

Y tú sabrás nombrar nuestro mutismo

dictado por la férrea podredumbre

de unos años ajenos al temblor

qué nos queda, si en tu falaz abismo

significo neblina y no esta lumbre

Signo y verdad proscritos de color...


No temas a la muerte promisoria

o la daga que exalta mi destino

exonera el envés que en tu camino

hoy proclama esta línea divisoria.

No temas al candil, al sitio extraño

ni al padre que bendice mi batalla

pues el humo es tu rostro cuando calla

la página febril de todo engaño.

Hoy dicto esta palabra, esta mentira

esta ausencia de acordes que no fijo

más allá del obscuro acontecer.

Hoy ya mi sombra ante tu faz expira

y mi verso no es más que aquel sufijo

que signa el universo de tu ser.


Los molinos de viento muelen viento.

Raúl Hernández Novás.

Una razón habrá, quizás exista

lugar umbrío, ajeno a toda «mancha»

un sitio que valide la revancha

del Ser que nos proscribe con su arista.

Un turbio lodazal, una avalancha

de verbos, de sintagmas perentorios

una procesión de alquitrabes dorios

donde oficie el albatros su revancha.

Alejarme sin más de esta comedia

naufragando entre islas vesperales

que cifren desde el humo su tormenta.

Alejarme de mí, del Yo que intenta

ser bufo en este circo sin fanales

que nubla tu razón, y nos asedia...



Esos reyes del cielo, torpes y avergonzados...

Baudelaire.

Sobre la tierra: inerte, tu torpeza

ignota, si proscribe nuestro adiós

hoy postrera, cifrando en cada dios

este signo que invoca la pobreza.

Gravitante, tu rostro de orfandades

dignifica el temblor de toda cruz

semejante al resquicio que la luz

sobre el humo penetra en las ciudades.

¡No más orilla! Nuestro el espejismo

de torpes criaturas sin temor

a fenecer al borde de un alud.

¡No más orilla! Plena, la quietud

del pez oficia —yerto— su estertor

en todo cauce —yerto— su mutismo.


Abyecta la penumbra nos bendice

Si calla, la penumbra: qué temblor

de voces nos proscriben el temor

al unánime espejo que maldice.

Bástenos la duda, su rostro esquivo

allí donde adeudamos nuestra fe

inmersos en la Isla del por qué

inmersos en la ruina que derribo.

Otra será la casa. Otro el sufijo.

Otra la penumbra. Otro el laberinto.

Otra mano. Si manos anhelamos...

Otro humo bastará, si naufragamos.

Otro tiempo, que ajeno a todo instinto

ya no impida el abrazo que maldijo.

Geovannys Manso Sedán © Derechos Reservados.

( Del Libro IV CONCURSO BONAVENTURIANO DE CUENTO Y POESÍA / 2008)