miércoles, 2 de septiembre de 2009

Poemas de Humberto Jarrín.

Humberto Jarrín – Colombia. Nacido en Cali. Su obra, junto con la de otros escritores de su generación, ha contribuido a la consolidación de una identidad literaria de la ciudad. Graduado en tecnología electrónica y en filosofía y letras, ha cursado igualmente estudios de física y de ingeniería eléctrica. Es magíster en Literaturas Latinoamericana y Colombiana de Univalle. Actualmente, se desempeña como profesor tiempo completo en el Departamento de Lenguaje de la Universidad Autónoma de Occidente. Su obra, tanto en poesía como en cuento y teatro, ha merecido varios premios y menciones, entre los que destacamos los siguientes: Premios nacionales de literatura, Colcultura, Dramaturgia para niños, finalista, Bogotá, 1992. Premio Nacional de Libro de Cuentos para Niños, tercer lugar, Atlántico, 1995. Premio Nacional de Poesía Ciudad de Chiquinquirá, 1996. Premio de Poesía Jorge Isaacs en dos ocasiones, 1994 y 1996. En 1998 recibió el premio más importante de la literatura en Colombia, el Premio Nacional de Literatura del Ministerio de Cultura, en la modalidad de cuento.

Brevario de amor oscuro.

Argumento contrario

Si los ojos y los espejos

alimentándose de una misma claridad

acusan en sus adentros

un haz de rayos invertidos

detrás de ellos

no puede haber más que oscuridad.

Sueño confundido

Había sembrado mis ojos

en el sueño

pero los confundió la muerte

entre sus semillas

—germinó silenciosa, oscura—

ahora despierto como muerto

y llevo mi sueño

hecho pesadilla.

Lo que ven los ojos del que va a morir.

Mirándonos a nosotros mismos

en el espejo del río

nos observamos

con anterioridad y sorprendidos

desde nuestros profundos

y húmedos

ojos ahogados.

Hermanas

Una gota es hermana de otra gota,

hermana mayor el agua;

en medio de la corriente

alguien más las acompaña:

—fluida, callada, leve—

la hermana muerte.

Destinatario perdido

Va el muerto solo por las calles,

cómo informarle sin que se intimide

cómo decirle sin que se espante

que las paredes ya no son paredes

que los frentes de las casas no son lo que parecen,

y que los aleros no prometen ya ningún alivio

a quien expira sin aliento,

que bajo la luz de los faroles

la sombra que siempre tuvo

ya no tiene quién la arrastre

y que si cruza una ventana

no se podrá ver en sus cristales,

cómo decirle que a las puertas

les han cambiado de dirección

que no hay placas ni números

donde puedan arrimarse los correos,

que lleva en los bolsillos monedas falsas

y una cédula ya sin trámites,

que si nadie lo saluda

deje de suponer una componenda

o que todo mundo se volvió contra él,

que la simple verdad que busca

golpeándose como mosca entre los vidrios

chocándose contra un poste porque sí,

topándose contra cosas

que nunca antes estuvieron allí,

ha sido suspendida, dada de baja,

que no espere que alguien le confirme

su tragedia personal

que ante los demás es un suceso baladí

que no vale la pena,

como tampoco vale la pena

que ande como un alma en pena

por un sitio y un lugar

donde ya no hay nada por hacer

y del que tiene que partir.

Que dos silencios hacen una voz.

Mis ojos oyen el grito

de tus ojos ausentes,

incendia la lámpara de mi voz

con tus llamados,

hasta los huesos están llenos de luz,

y sin embargo a su pesar

es oscuro

el proceder de los labios,

que no atinan a entrar en conjunción.

Dónde estás amigo que no te hallo,

hasta hace poco eras latido,

golpe de arma, golpe de rama,

árbol universal florido,

raíz y fruto unido a todos,

ahora disueltos y mudos sin tu voz.

Dame, dame quejas

desde esas dos habitaciones de la luna

en que seguro estás,

dame rayos a recibir,

dame ayes del ayer trunco,

tírame aguas de sal abiertas,

destellos con sabor a sangre,

señales de luz inversa por donde te pueda seguir,

están mis espejos vacíos,

secos,

y con los párpados abiertos a recibirlos,

tiéndeme un puente húmedo,

puro

en que también pueda rodar

y llegar al sitio del que no puedes salir

y salpicarte con algo de mi sangre aún con luz,

decir relámpagos

donde habría que decir palabras,

dolerme paralelo a tus huesos,

susurrar donde hay ayes

y hacer silencio oscuro

contigo a una sola voz.

2 comentarios:

Raul G dijo...

Genial la obra de Humberto Jarrin. Y gran compromiso y trabajo que realiza de difundir poetas, felicidades.

mariposa dijo...

Humberto Jarrin posee mi admiracion desde que fue mi profesor de Cosmovision en la San Buenaventura, Cali. Leerlo es una delicia pues uno se pasea de la mano de sus letras y se divierte en el camino. Jarrin sos calidad!