martes, 25 de agosto de 2009

POEMA DE GIUSEPPE CAPASSO MASCIA.

A la conquista de lo inmenso.

¿Y qué decir de las horas vacías

que me deja el séptimo día?

Rumiar la soledad del hombre

imaginar la soledad de la mujer

comunicándose a gritos y en silencio

la herencia de Lesbos y Sodoma.

Siempre confío al cuaderno de apuntes

el ansia cotidiana del pensar

que este mundo estrafalario

adonde vine sin conocimiento de causa

ya le queda algo estrecho al poeta

y no tiene otro para exilio.

Nunca quise saber del tanto en tanto tiempo

al tanto por ciento me da tanto

no me arrepiento

me basta el clima de Lara para ahogar la angustia

las palabras cordiales de un amigo

un aire acompasado de sensata letra

me basta la recompensa quincenal

por dejar constancia a cada instante

de formar parte de un ejército alocado

con ojos cerrados por el resplandor del oro

que nos muestran sus amos opulentos

para que lo olvidemos como integrante de la tierra.

Tierra madre diminuto grano de arena

caballero el soplo cósmico divino energía aún no definida.

Si esperanza es juventud que masca goma

jamás conozca el uso de las armas

a no ser la del debate y la dialéctica

a fin de darle forma infinita

a la asamblea de terrícolas

que emprenderá la conquista de lo inmenso.

No me digan que son cosas sabidas:

el vuelo de una mariposa

el susurro del agua

los grandes labios de una mujer poseída

el danzar de una palmera con el viento

luego de un poema dicho con soltura

el todo para olvidar las naves de hojalata

que nos contienen a pesar nuestro

para ir y venir y gastar la recompensa.

A los que han edificado el socialismo

no sabría exactamente sugerirles:

el norte es poesía

la amistad la brújula

el reino de dios un estado de ánimo

y no sólo de pan vive el hombre.

(Del libro EL BRAVO EMIGRANTE)

Barquisimeto - Venezuela.

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