Alfredo León Barcelo. Cuba.
Pinar del Río, San Cristóbal, 1969. Poeta, escritor y ensayista. Graduado de Maestro Primario. Cursa
literarios, su obra aparece publicada en diversas revistas de Cuba. Tiene varios cuadernos
de poesía inéditos.
Postales del naufragio.
A Francisco y Roselia, mis padres.
A Midiala y William, por la sangre compartida.
Cuando comprendió que se le iba la vida, se encerró conmigo en nuestro cuarto del patio, para estar juntas hasta el final. Lentamente, para no apresurar la muerte, se lavó con agua y jabón para desprenderse del olor a almizcle que comenzaba a molestarla, peinó su larga trenza, se vistió con una enagua blanca que había cosido en las horas de la siesta y se acostó en el mismo jergón donde me concibió con un indio envenenado. Aunque no entendí en ese momento el significado de aquella ceremonia, la observé con tanta atención, que aún recuerdo cada uno de sus gestos. Isabel Allende
Voy a cantar a los pájaros blancos
en las aguas
azules del cielo
a las nubes
que son
como la espuma al mar.
Ezra Pound.
El Apocalipsis según un cuadro de Modigliani.
Cerca del ruido indefinible de este pincel
que ahora repite los trazos sobre la sombra de madame Zborowska
duerme una hija.
duerme sobre unos anillos que la noche engendra
cada nueve noches continuas
una hija o un alma desafiando aquellos gritos que hace el pincel
tan cercanamente duros
porque la noche engendra la nieve
y la nieve los anillos
que brillan por los pasillos
de la luna
tengo nueve cortinas de pasos breves de pasos evaporados
rompo mi grito cansado por su larga puñalada
doy un centavo a la nada que lo devuelve embrumado
de tanto miedo porque una vez más el pincel
fue el rostro inconcluso de la muerte
y el lienzo tiene su olor dentro del sueño
señora de adoquines con su cansancio a cuestas
el lienzo tiene un aire de papel que muere al descubierto
y daña los ojos antiguo aire del Apocalipsis
que pierde los dedos junto a la entrada del paraíso
una vez más la hija desdobló el espacio entre la cruz y la espada
buscó los antiguos sellos
sostenida de pie en medio del trono
y de los cuatro vivientes y de los ancianos
un cordero como degollado tenía siete cuernos y siete ojos
que son los siete espíritus de dios enviados a toda la tierra
y se acercó y tomó el libro
de la mano derecha del que está sentado en el trono
cuando lo tomó los cuatro vivientes
y los veinticuatro ancianos se postraron delante del cordero
porque la señora muerte se impacienta y madame Zborowska
queda intranquila sobre los mármoles blanquísimos
la hija es una sombra
una historia real al término de estos días ocultos
bajo otro aire y otro lienzo donde el pincel no muera
la hija dentro de una ciudad distinta
que silva al viento su más triste quejido
la hija duerme en el sueño de un instante
es un vaso triste solo en una mesa vacía
donde Modigliani explica que busca a dios en cada escondrijo
porque amada sea la misericordia
en todos los recuerdos del polvo
más que el ruido indefinible la hija es un sueño
y su sangre es piedra que se muestra
iluminada
sus manos quedan quebradas
buscándole trozos de hiedras
ya la vida le salta como un ábaco
donde los números son cuerpos en su más humilde resonancia
porque yo se que de noche su sangre es piedra
yo rompiendo en dos sus luces
yo me acerco a viejas cruces tan antiguas sus heridas
tan desoladas
perdidas piedras-manos para que uses como una tabla
en la más oscura tormenta cuando clamas por dios
y en medio del silencio dices: escuché de esa voz su sentencia
era la inminencia de un decir no dicho
de un no-decible que se dicta cuando todo muere y solo queda el pasto
tan parecido a la última resonancia de este pincel torpe
inadaptada la hija porque tomó el libro y abrió sus sellos
porque he sido degollado
ahora que en mi cuarto la nieve hace sus gritos más oscuros
sus danzan recuerdan aquellas cantatas antiguas como la fiesta del odio
debe existir un sitio donde los colores formen un arco iris
que haga temblar los recodos más íntimos de la muerte.
Dando gritos hasta morir de frío.
Un lugar pegado al suelo casi sin aire falso
gris y seco
tengo en este cuarto
no puedo sentir lo que se acerca silenciosamente a través de las puertas
comienza la noche mía en el dolor del sueño
no amanece dentro del agua un huerto de flores
tampoco cerca de la fuente el agua es clara
porque el invierno ha llegado temprano al jardín
pero no me preocupo yo miro como el mundo rompe sus espejos
un lugar árido
una coordenada desconocida algo que no le sirve al alba ni a la luz
que ahora forma colores sosegados
un lugar dentro de la carne y la sangre
dentro de este pan los juramentos
ah señor los juramentos
perdonamos señor la gloria y el camino aunque nadie estuvo en el puerto
regalando pañuelos
dando gritos hasta morir de frío
ahora el puerto queda silenciado por la nostalgia y la tristeza
que nace siempre cuando el llanto desarregla los espejos
y no sabemos perdonar
porque el perdón es la suerte de los dioses
que no odian a los pecadores que se martirizan implorando
por un lugar desconocido
adonde no llegan las migajas de este pan horrible
pan sin el peso adecuado
pan hecho con las cruces de la muerte
porque la ciudad sabe que va a morir
la cercan sus mármoles corroídos y el sueño del agua
la cercan los silencios que golpean a los hombres
que saben que van a morir en este invierno
dando gritos está mi sueño
dando gritos que algún día serán escuchados más allá de los portones y azoteas
pero cuando vuelva contaré los ladrillos camino a casa
daré de comer a los ratones que ahora veo morir tristemente
afuera existe un cielo muy blanco muy áspero cielo debajo de las sombras
de esta noche durísima.
Nuestro dolor es demasiado grande ahora.
Yo he querido ver el rostro que delimita mi sombra
el rostro del agua
ahora que todos ya se han ido con su cánticos a devorar lo poco
que ha dejado la nada en su huída
mis fantasmas reposan intranquilos en la calle
ahora el viento golpea las banderas
que se aferran a los sueños de ser granito
o mármol
de ser héroe o un simple pianista lleno de humo
mis fantasmas preguntan por el silencio que ahora existe
los árboles moribundos consuelan al fuego
el humo salta desaparece el verdor del verano
mis fantasmas modelan sus últimos trajes
sus rostros dibujan la mueca del reloj
todo se evapora
hasta las azoteas llega el fuego
es triste el camino dentro del reloj porque yo he querido ver
que límites existen entre mi sombra y las nubes
entre la muerte y este muro que ahora se llena
de hierbas oscuras y antiguas
pero la lluvia puede purificarlo todo
aunque la muerte siga ahí
agazapada muerte
lejano rumor del miedo
todo se evapora en las altísimas tribunas donde el odio se da la mano
con este cuerpo carcomido lleno de hormigas está
donde antes vivió el espejo con sus extraños ecos
mortificando a los peces que desovan sus huevos
en la escarpada costa
el mar es enemigo
sus olas rompen la vela
ya las redes están puestas algo caerá este invierno
algo que nos llene el estómago
líbranos del hambre Oh madre
los delfines mueren acosados por mis fantasmas que han dejado de hablar
con su lenguaje extraño
algo caerá madre mía mi mujer frente al fuego y el árbol
que muere lentamente
mi mujer sabe de memoria los caminos de la llanura
cambió su lámpara por dos panes desconocidos
amargos panes sobre un plato lleno de cruces
sabe que los demonios me visitan cada sábado al atardecer
encuentro en ellos todo mi esplendor
crucificando aquellas mariposas ya muertas por el polvo
los demonios danzan alrededor de la mesa
una transparente sopa los espera
todo es augurio de mala suerte porque los relojes descubren sus enigmas
y puedo nombrarme río hasta la medianoche
encuentran el escudo que agoniza
con su estrella bocabajo porque nuestro dolor es demasiado grande
nada escapa en este instante donde la memoria no puede pedir perdón
en el pañuelo doloroso de la angustia
la angustia es el consuelo de los que faltan a la mesa familiar
dentro del pecho tienen sus más enamorados sueños
sus más felices recados
pero los demonios conocen el río que soy
ahora que la medianoche me espera palpando aquellos tonos del olvido
encuentro siempre a los pecadores y militares
a pesar de todo
no romperé mi vela aunque la barca transite entre rocas filosas
yo también quiero ver a dios
su rostro transparente me hace descender al sueño
no romperé mi vela
ya los náufragos han vuelto cargados de baratijas
porque nadie será condenado
cualquiera puede venir a la fiesta para crucificar a las pobres mariposas.
Yo he conocido el odio y la podredumbre.
el rostro se balancea sobre la cuerda
es tonta mi locura
apenas un agujero y su corazón se desarmó en pedazos
la maleta rota rotos los zapatos
los gorriones comían sumergidos en el más absoluto mutismo
yo he conocido el odio y la podredumbre
apenas un agujero
tendido el corazón sobre el asfalto
porque volvieron los verdugos a mutilar su cuerpo
hachas afiladas cortaron sus venas
mucha sangre en mi vaso
frente a la virgen que lloraba
apenas un agujero y la oscuridad alcanzó la calma
frente al camino que ha domado mis pasos
afuera canta la muerte
lejano a ella mi cuerpo frágil rozó sus labios
espero encontrarme a salvo
donde estoy no llegan las mordidas del odio
a veces la muerte mira hacia los lados
frente a ella el espejo se puede romper en muchos pedazos enormes
dónde aparecerá el camino más oscuro
ahora todo me parece vacío desde este balcón
el cielo se ve más cercano a pesar que las luces aparecen y se marchan
inventando nuevas derrotas
afuera la ciudad muere gracias a los golpes afrontados
rápidas escaramuzas cuidado que el camino puede ser inútil
al amanecer
apenas un agujero por el escapan los espíritus
los demonios
fustigando aquellos pájaros mudos
apenas un agujero donde esconder el hambre.
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