lunes, 25 de enero de 2010

Poema de Juan Alberto Rivera Gallego. Colombia.

Juan Alberto Rivera Gallego - Colombia. Periodista y poeta, autor de cuatro libros de poesía: Conversaciones con la soledad, Territorio de mi voz, Casa de fantasmas e Instantes en la urbe. Labora como editor general en El Diario del Otún, periódico de la ciudad de Pereira, desde hace 11 años.

Aunque me pierda todo.

Ardí con tu recuerdo.

He estallado en pedazos por toda la ciudad para buscarte.

Muros

esquinas

calles

árboles

avenidas

parques

tejados

y ventanas.

Nada ha quedado al azar, pero no te hallo en esta búsqueda; los pedazos no quieren regresar a esta piel, no me armo, la soledad clama que la búsqueda no sea infructuosa, que te halle aunque me pierda todo.

Un cuarto lánguido de alfombra vieja. Dos camas para un

cuerpo solitario. Una mesa de noche que me habla desde la infinita soledad de

su encierro. Tres espejos me observan desde costados que no me conocía.

Mi maleta de sueños apagada y el frío enmarañado tejiendo su rutina en mi ser.

Un cuarto lánguido de alfombra vieja aterrado por la fuerza de tu recuerdo porque no estabas... y estabas. Así que para soportar esa noche de acero te guardé bajo mis ojos. La oscuridad que a esa hora llegaba a visitarme guardó silencio para una lágrima de hombre que calcinaba mi cicatriz de soledad. Ardí con tu recuerdo...

Voy a amarte esta noche, toda, en cada uno de sus pliegues oscuros, en sus sombras, en sus sonidos guturales, en cada sueño del mundo, en cada playa donde duerme el mar, en los ojos cerrados que iluminan fantasías, en los latidos del corazón que te habita, en la hojas que hablan con la noche, en los recuerdos que pacen en tus labios, en los pasos que a esta hora te recorren imaginaria en la urbe, en tu ropa que guarda el aroma de tu piel. Voy a amarte esta noche, toda, hasta que desaparezca en tus gemidos, en tus besos, en tus manos, hasta que hagas de mi un fantasma, un acorde, barro, canción, risa y destino.

Esta noche de estaño y amatista no halla el candil que reposa tu fuego para derretir el frío de tu ausencia. Parece que el aceite que lo alimenta salió a buscarte en la urbe helada y se perdió él mismo. Parece que la llama no encendió de tristeza. Parece que perdió su asa que lo ataba a estas manos. Parece que crujió su débil elemento de aluminio en su lucha contra la oscura presencia de tu lejanía. Esta noche de hierro frío te lleva a cuestas mientras la soledad sueña con el candil de tu presencia.

Se la llevó el domingo a las seis como si nada dejando esta urbe que me crece adentro solitaria y carcomida en su brevedad de apenas horas, y me desarma el alma la certeza de su lejano cuerpo en infinito. ¿Cómo ir por estas calles transeúnte deshojado y silente? Se la llevó como si nada, como si no perteneciera a nadie, a la fuerza arrancada de esta sangre. Queda la ciudad sin su sonrisa.

(Del Libro IV Concurso Bonaventuriano de Cuento y Poesía)

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