martes, 13 de enero de 2009

LEÓN CARTAGENA.

DEL LIBRO

LAS VOCES DEL RELÁMPAGO.

León Cartagena.

Los Mochis, Sinaloa, México 1978.

“Poeta es aquel

que en lugar de corazón

lleva un perro enloquecido”.

Prefacio.

“Si pudiéramos definir la poesía de León, debiéramos simplemente concluir que habita en ella un telescopio. Un telescopio con los cristales al revés, de modo que cuando se mira la profundidad del universo, asimismo se descubre la hondura del ojo.

Esta simple, pero singular (significativa) anomalía óptica, hace de León un poeta claro, honesto, en su preclaro intento de conquistar el silencio.

La poesía de León, lejos de todo artilugio intelectual y artificio técnico, se aproxima más bien a la transparencia de la vertiente que corre subterránea y brota sencillamente donde a su claridad le place. No digo, no digo, que su poesía carezca de la complejidad lingüística prudente, necesaria en el oficio de la creación literaria. Hablo de la transparencia inherente a lo natural, lo sencillo (que nunca es fácil), de la desnudez al nacer, de la desnudez al amar. León sabe que la poesía, la de verdad, no tolera las máscaras. Las máscaras son para los poetas que no saben escribir con el corazón…

En estas voces del relámpago, el dolor, el amor, el erotismo, el ser, si bien sombras, si bien luces, se nos aparecen y nos hablan con el lenguaje contundente de la simpleza del hombre que aún se da el tiempo para leer el otro poema, el que escriben el mar, la tierra, los cuerpos que son el cuerpo de los amantes y entre el mar, la tierra y el cuerpo de los amantes, León es el puente por donde vamos nosotros a su encuentro…” Quique Silva. Poeta Chileno. Coronel, Región del Bío Bío, Chile.

XII

Solo un hombre puede sembrar una palabra,

una semilla de lumbre,

que detenga o cambie el curso del tiempo.

Todo parte de una página en blanco,

se hacen elevar olas, se tiñe el silencio.

Desde la nube baja un dardo luminoso,

dobla las costillas de la tierra

que tiene dolor de parto, de poeta.

Un hombre sólo,

puede ver que las estrellas son coágulos

sujetos a la costura fugaz de la máquina celeste.

XV

Entre la cara y el espejo

cuántos abismos de eternidad.

Cuánto miedo con ritmo se dibuja

en el lago vertical adormecido.

La violencia azul atraviesa la ventana,

duplicada se imprime en las paredes.

Entre la cara y el espejo se conoce el silencio,

sellado con cascada luminosa del relámpago.

XVIII

Tengo días donde no me encuentro,

me le escondo a los espejos, a los ojos,

días donde me pierdo de mí.

Intento ser discreto,

no provocar la idea de un secuestro,

simplemente hay días en los que soy

una página en blanco.

Hay días así,

donde no puedo llegar al ocaso

sin que un relámpago me alcance.

XXI

Siento la vida como un largo exilio interior,

un lugar entre las costillas y la ausencia,

algunas veces me doy tiempo de escuchar

el murmullo del viento.

Procuro alejarme de los libros,

de las prisiones al aire libre de los hombres,

en mi jaula de mineral blanco me alejo de los fantasmas.

Me gusta estar fuera de la vista de la fábrica,

de los automóviles que no tienen destino propio,

lejos de las sonrisas ensayadas.

Siento la vida como un largo exilio interior,

un lugar entre las costillas y tu ausencia,

busco entre las palabras un impulso para renacer,

sin que mi rugido deje de dar luz a las estrellas.

2 comentarios:

Gabiprog dijo...

Rasgador y reflexivo. Como ese poema XVIII que podriamos escribir en el vaho del espejo de cada uno.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Interesante poeta, sin duda. Yo tal vez reclamaria algo de atencion tras revisar el blog, por su ausencia, hacia algunos textos de realismo sucio, no porque yo lo pratique en absoluto, yo me considero mas eclectico, pero creo que atenderia a una tendencia cada vez de mayor relevancia en nuestra poesia junto al expresionismo, genero que tampoco he podido encontrar representado en ningun poema. Reciba un cordial saludo, Jon...