martes, 29 de julio de 2008

Eugenio Montejo.

ESCRITURA.
Alguna vez escribiré con piedras,


midiendo cada una de mis frases


por su peso, volumen, movimiento.


Estoy cansado de palabras.



No más lápiz: andamios, teodolitos,


la desnudez solar del sentimiento


tatuando en lo profundo de las rocas


su música secreta.



Dibujaré con líneas de guijarros


mi nombre, la historia de mi casa


y la memoria de aquel río


que va pasando siempre y se demora


entre mis venas como sabio arquitecto.



Con piedra viva escribiré mi canto


en arcos, puentes, dólmenes, columnas,


frente a la soledad del horizonte,


como un mapa que se abra ante los ojos


de los viajeros que no regresan nunca.

LA POESÍA.



La poesía cruza la tierra sola,


apoya su voz en el dolor del mundo


y nada pide


ni siquiera palabras.



Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;


tiene la llave de la puerta.


Al entrar siempre se detiene a mirarnos.


Después abre su mano y nos entrega


una flor o un guijarro, algo secreto,


pero tan intenso que el corazón palpita


demasiado veloz. Y despertamos.

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